jueves, 28 de enero de 2016

Magda Donato, pionera del periodismo de investigación y mucho más

Cuando se habla del inicio del periodismo encubierto, se suele recurrir a la figura de Günther Wallraff, que hizo lo que nadie se había atrevido ha hacer hasta entonces, infiltrarse en la noticia, vivirla en primera persona para luego contarla... Pero ¿realmente fue el primero? ¡No! ¡en absoluto! Muchas mujeres periodistas lo hicieron antes que él. En articulos anteriores recuperamos la historia de Nellie Bly, la gran pionera del periodismo de investigación estadounidense del siglo XIX, que se hizo pasar por loca para ingresar en una isla manicomio en Nueva York. Su equivalente español es sin duda, Magda Donato. Igual de desconocida para la gran mayoría, esta mujer intrépida no dudo en disfrazarse para infiltrarse en toda una serie de mundos y ambientes para dar testimonio y explicar la noticia en primera persona. 

Magda Donato
Magda Donato fue periodista, dramaturga, narradora y actriz, nació en Madrid en el seno de una familia acomodada. Su verdadero nombre era Eva Carmen Nelken, la hermana pequeña de Margarita Nelken, una de las primeras diputadas del Congreso en España (y por eso firmaba con pseudónimo). Por fortuna para ellas, sus padres eran de origen extranjero (alemán el padre, francés la madre) y por tanto recibieron una educación mucho más cosmopolita que sus contemporáneas. Donato hablaba varios idiomas y era una mujer educada y moderna. Su carrera como periodista empezó cuando era muy joven, en 1917, en la prensa seria (y valorada) del momento, aunque no acabaría hasta que el estallido de la Guerra Civil cambió tantas cosas (y a ella acabaría mandándola al exilio). 

Magda Donato hizo algo que realmente era modernísimo. Ella los llamaba reportajes vividos y consistían, básicamente, en infiltrarse en la noticia. La periodista se ocultaba bajo otro nombre y se disfrazaba para conseguir vivir lo que quería contar. Empezó pasando en 1932 un mes en un sanatorio mental y acabó en 1936 viviendo en Puente de Vallecas, entonces un barrio popular de existencia difícil. Entre medias, fue secretaria de un adivino indio (que en realidad era de Guadalajara), condenada a pasar un tiempo en la cárcel por una pelea callejera o actriz en una compañía de cómicos de legua, los artistas que recorrían los pueblos más miserables de la geografía española y que era, como Donato nos explica, lo más bajo que se podía caer en el terreno del teatro. También se lanzó a buscar trabajo o a ser enfermera en la Casa de Maternidad, o a mendigar y comer en un comedor de la recién nacida asistencia social.

Los artículos de Magda Donato los recuperó Margherita Bernard para la editorial Renacimiento con el título Reportajes.

Sus artículos fueron recopilados a posteriori, y eran muy esperados por los lectores de Ahora en los tiempos de la república (Bernard explica que los reportajes se anunciaban días antes para que los lectores supiesen que iban a salir). Donato tiene un estilo muy concreto, usa mucho la ironía y los recursos literarios, lo que hace que sus reportajes parezcan increíblemente modernos. Nada de esa prosa engolada de los periódicos del pasado: los reportajes de Magda Donato se leen como si fuesen relatos o pequeñas novelas, aunque todos los lectores sabemos que lo que nos está contando es la realidad.

Magda Donato y Salvador Bartolozzi
En su trayectoria personal y profesional destaca su encuentro en 1914 con el dibujante y escritor Salvador Bartolozzi, y que fue definitivo para la plena inserción de Magda Donato en el ambiente intelectual de Madrid. 
Se conocieron el la Editorial Calleja donde trabajaban, además de iniciar una relación sentimental, también colaboraton en escritos para el teatro infantil y para numerosos montajes escénicos. 
Magda también utilizó otros pseudónimos, como la Fémina en revistas como Rojo y Gualda (1916-20) y Don Quijote (1919-20).


Y aunque no intervino en la vida política del país de forma tan directa y activa escribió una impresionante serie de reportajes periodísticos (publicados en La Estampa) sobre la vida de la mujer en las cárceles españolas del momento, para lo que recurrió al valeroso método de vivir durante un año en la Cárcel Modelo de Madrid, haciéndose pasar por una reclusa cualquiera. Magda Donato comenzó su carrera como actriz en el grupo Les comediéns de France, en el proyecto que presentaba obras en francés en el Teatro de la Escuela Nueva, con el director de escena Cipriano Rivas Cherif (1891-1967), un auténtico propulsor del teatro madrileño de los años veinte. En 1928 ingresa en el grupo CARACOL, un colectivo teatral renovador que representa en la sala Rex, ubicada en la Calle Mayor, bajo la dirección de Rivas Cherif, y cuya colaboración cristalizó en la adaptación de diferentes textos teatrales hasta 1935. De forma paralela a su actividad como actriz.
 
Trabajó con los más importantes directores de teatro de su época, en obras como Estrella que se apaga de Rafael Solana estrenada en 1953, bajo la dirección de José de Jesús Aceves Despedida de soltera de Alfonso Anaya (1955) dirigida por Julio Taboada (hijo) y reestrenada en 1962, bajo la dirección de Salvador Novo; Mi marido tiene complejos (1958), de Luc dirigida por Fernando Wagner y Las sillas de Ionesco (1960) dirigida por Alejandro Jodorowsky. Participó en películas como La liga de las muchachas (Dir. Fernando Cortés, 1949), Curvas peligrosas (Dir. Tito Davison, 1950), El amor no es negocio (Dir. Jaime Salvador, 1949) y Caperucita y Pulgarcito contra los monstruos (Dir. Roberto Rodríguez, 1960). En 1960 fue nominada como Mejor Actriz por la Agrupación de Críticos de teatro. 

En 1939 Magda Donato y su esposo Salvador Bartolozzi se ven obligados a salir al exilio y tras cortas estancias en París y Casablanca, se instalan en México en 1941. En el país azteca, Donato prosigue con su carrera de actriz y de escritora, participando en numerosas series de televisión y en diferentes películas de éxito y llegando a obtener el reconocimiento de la crítica y del público.  


Murió el 4 de noviembre de 1966 en México. Se mantuvo sin embargo activa hasta el final de sus días en la crítica de arte, el periodismo. Al morir dejó instituido el Premio Magda Donato que debía otorgarse a un escritor cuya obra tuviera un sentido humanista y universal. El Premio fue administrado por la Asociación Nacional de Directores y Actores (ANDA) hasta 1973, cuando se dejó de otorgar. Esta ejemplar mujer, una moderna de la Edad de Plata, ha sido objeto en los últimos años de un reconocimiento obligado de parte de la crítica especializada, particularmente en el campo del teatro infantil.



Para saber más:
 

En la "cola" de los hambrientos (artículo de Magda Donato, se publicó en Ahora el 4 de marzo de 1934)




 

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